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Los galeones españoles

  • Jorge Falconi
  • 23 ene 2016
  • 3 Min. de lectura

El galeón era un buque de guerra, movido a vela, utilizado para transportar los tesoros de América hacia España.

El galeón surgió en el siglo XVI como evolución de la galera y durante 150 años fue el buque de guerra por excelencia. El espolón de las galeras había perdido sus funciones ofensivas y ahora, sobreelevado en la proa, servía para apoyar el largo bauprés. Las superestructuras del alcázar y del castillo seguían siendo altas pero más estilizadas, especialmente en el castillo de proa.

La arboladura, o los mástiles del galeón, estaba compuesta por tres palos. El mesana y el mayor tenían dos velas cuadradas cada uno, y el trinquete una vela latina. En los más grandes galeones existía un cuarto palo a popa llamado contramesana o buenaventura con una vela triangular cuyos cabos o escotas se fijaban en un asta horizontal que sobresalía por popa y se denominaba botalón. En el bauprés portaba una vela cuadrada de cebadera.

El armamento de un galeón dependía de su porte. El galeón Nuestra Señora de la Concepción, construido en Guayaquil, en 1692, llevaba 50 cañones. Las baterías artilleras principales se localizaban en dos o tres puentes bajo cubierta y en el castillo y los alcazarillos se ubicaban las piezas menores.

La tripulación.

Un galeón típico de principios del siglo XVII, de unas 500 toneladas dotaría unas 90 gentes de mar, de los que 15 serían oficiales, 25 marinos, 20 grumetes o aspirantes a marino, 10 pajes o niños aprendices y 20 artilleros. Aparte de estos hay que añadir a los soldados embarcados que sumarían una compañía de unos 125 hombres.

Esto era una cifra muy superior a la que habitualmente tripulaba una nave pirata lo que hacía que los atacantes pensaran dos veces la forma de atacar a un galeón español.

A diferencia de otras naciones europeas durante los siglos XVI y XVII los galeones españoles tenían un mando doble: el capitán de mar, de mayor rango, y el capitán de guerra, generalmente un soldado que estaba al mando de la tropa. Ambos cargos se unieron en las ordenanzas de 1633 en el capitán de mar y guerra.

El gobierno de la nave, así como su aprovisionamiento y mantenimiento residía de facto en el maestre, ya que el capitán solía dedicarse principalmente a tareas administrativas. A diferencia de otros cargos que eran nombrados por la duración del viaje o de la misión, el maestre solía servir en el mismo barco durante toda su carrera. Su asistente y siguiente en la línea de mando era el alférez de mar, tras él el piloto, a cargo del rumbo de cada nave y tras el piloto el contramaestre. Otros oficiales de menor rango eran el guardián (a cargo entre otras cosas de la seguridad a bordo) y el despensero. Además en cada barco había un cirujano nombrado por el capitán y un capellán nombrado por el capitán general. La maestranza estaba formada por marinos especializados e incluía un carpintero, un calafate, un herrero, un buceador y un corneta. Los artilleros estaban mandados por un oficial llamado condestable.

La tropa seguía la misma jerarquía que en tierra. El capitán de guerra estaba asistido por un alférez de guerra y este por un sargento. La compañía se dividía en escuadras de 25 hombres cada una y mandadas por un cabo de escuadra. Los soldados aventajados tenían más experiencia y un salario mayor. Entre estos se contaban dos tambores, un pífano y el abanderado. También cobraban más los arcabuceros y mosqueteros. El resto de los soldados, aproximadamente la mitad, iba armado con picas.

La carga

Los galeones eran los encargados de llevar los tesoros de América hasta España. No había ninguna otra manera de hacerlo. En la Mar del Sur (Pacífico) la flota partía desde El Real de San Felipe en el Callao y navegaban bordeando la costa hasta Panamá, y desde Portovelo partían rumbo a España.

Llevaban oro, plata, gemas, especias, tabaco, cacao y muchas riquezas más. El comercio con las colonias estaba fuertemente controlado. Solo se podía comerciar con un puerto –con Sevilla y más tarde con Cádiz- caso contrario era contrabando y estaba penado con la muerte.

Los galeones españoles llevaban el “quinto real” un impuesto que consistía en el 20 por ciento de todos los metales preciosos, aunque los arqueólogos que han encontrado tesoros sumergidos han podido determinar que viajaba muchísimo más de contrabando y a nombre de particulares.

Exito de los galeones

En más de 250 años de flota, las pérdidas por ataques fueron mínimas. Puede calificarse así a la Flota de Indias como una de las operaciones navales más exitosas de la historia. De hecho, en los 300 años de existencia de la Flota de Indias solo dos convoyes fueron hundidos o apresados por los ingleses y otro por los holandeses.


 
 
 

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